Octavio Robledo
He de aclarar, primeramente, que yo no me dedico a dar terapia psicológica a niños; este artículo nace porque el síndrome del emperador en niños y adolescentes se ve con mucha frecuencia actualmente. Hace poco, me tocó toda una escena de un hijo tirano en el estacionamiento de un centro comercial. Los padres se veían desgastados, como que ya no tenían más fuerzas ni argumentos para calmar a la niña de aproximadamente seis años.
El niño tirano es aquel que se muestra caprichoso, tiene una baja tolerancia a la frustración, amedrenta a sus padres mediante pataletas en público y en casa, tiende a amenazar. Estas escenas se dan cuando no consigue lo que desea, sus demandas son muy frecuentes y presentan una desobediencia absoluta.
Este síndrome se caracteriza por el sentimiento de autoridad que tienen los infantes sobre los padres, ellos son los que mandan, ordenan y solo quieren su satisfacción. Primero tratan de imponerse y desafiar a los papás y luego a cualquiera de su entorno, nanas, abuelos, tíos o quien esté a su cargo.
Lamentablemente, cada día es más frecuente ver niños que son los que tienen la autoridad en el hogar. Determinan qué comida hay que cocinar porque es la que a ellos les gusta, los horarios de juegos, qué ropa usar, cuáles temas platicar, los programas a ver en la televisión y deciden el horario de dormir e incluso, las actividades que se llevarán a cabo el día siguiente o el fin de semana.
No cabe duda que “antes no se veía que los hijos tomaran el control de la casa”, ahora todo lo consiguen por medio de gritos, amenazas y, en algunos casos, hasta agresión física hacia el adulto. Muchos hemos visto esto, no me dejarán mentir. Los expertos en psicología denominaron este Trastorno de Oposición Desafiante (TOD) como síndrome del emperador.
De acuerdo con la psicóloga infantil, el nombre de este comportamiento surge debido a que los niños son como emperadores, quienes establecen las normas conductuales interpersonales para privilegiar sus caprichos y exigencias por encima de la autoridad de los padres de familia. Cuando no lo logran, acuden a berrinches y hasta agresiones para manipular a los adultos.
La violencia que ejercen los menores comienza tratando de manipular a los padres de forma psicológica. Luego tratan de conseguir que obedezcan y cumplan sus deseos. Por ello, también el comportamiento suele llamarse hijos dictadores debido a que dominan el ambiente familiar. Cuando los roles de padres e hijos se invierten comienza el problema por lo que es muy fácil que el niño adopte el comportamiento de tirano porque él se considera la autoridad y, al no ser complacido, acude fácilmente a la violencia física y psicológica.
Este comportamiento suele presentarse en infantes entre los cinco y 10 años, puede durar hasta la adolescencia y llegar a la adultez si no se identifica a tiempo y se busca ayuda profesional. Los niños que presentan el síndrome del emperador son fáciles de distinguir porque suelen mostrar una personalidad de egocentrismo y tienen poca tolerancia a la frustración, por lo que lloran, gritan, patalean, empujan o agreden cuando sus exigencias no son cumplidas.
El psicólogo Javier Urra asegura que ningún niño nace siendo un tirano, sino que hay progenitores que no actúan como adultos educadores, no ponen límites y hacen todo tipo de concesiones para no tener problemas y al final, lo que generan es un problema.
Los adultos que son muy protectores y permisivos, que se rinden ante los caprichos de los pequeños porque consideran que así les evitarán un sufrimiento, realmente podrían estar dañando por mucho tiempo la personalidad del niño y lo vemos, no lo podemos ocultar, en número de casos de estos hijos sigue en aumento.
Octavio Robledo
Psicólogo clínico-Tanatólogo.
Tel consultorio: 669 982 5236 y 669 230 5911