Vivimos el segundo diciembre de la pandemia de Covid, la cual inició desde marzo del 2020. Se nos ha presentado una crisis de salud que no se ha podido eliminar, esto ha generado toda una serie de pérdidas y que se harán presente, queramos o no, ahora en este mes y nos alterara en nuestra salud mental. Más vale tenerlo en mente y prevenir o de alguna manera que el “golpe” no sea tan fuerte para poderlo sobre llevar.
Han sido tiempos difíciles. Todos estamos en la pandemia, pero lo hemos vivido de diferente manera desde nuestra trinchera. Cada uno de nosotros ha vivido muchas emociones y penas, así como pérdidas de toda índole y frustraciones; nadie se ha salvado de alguna dificultad por la presencia del Covid.
La pandemia, de forma abrupta y dramática, nos ha cambiado la vida, para bien o para mal. Las relaciones familiares, laborales y sociales han sido, de alguna manera, inquietantes. Lo hizo sin previo aviso y nos convertimos todos, rápidamente en aprendices del complejo oficio de vivir junto al Covid 19 y seguimos fluyendo de acuerdo con los semáforos de la Secretaria de Salud y siguiendo los protocolos para prevenir el contagio. Unos con consciencia y otros a su modo.
Estas no van a ser unas Navidades comunes. De la misma manera que 2020 no está siendo un año como los demás. Después de muchos meses sobrellevando pérdidas de todo tipo, desde muertes hasta económicas, mucha gente se siente frustrada y está ansiosa por celebrar, por tener cierta ilusión de normalidad, pero las medidas restrictivas, así como las precauciones propias, van a limitar las reuniones, los desplazamientos y los reencuentros de familias y amigos.
La tradición es que diciembre es la época cuando se supone que nos tenemos que reunir con las personas que estimamos. Sufrir una pérdida de un familiar o un amigo se agrava, se altera la situación, la hace diferente en estas fechas porque es cuando tratamos de reunirnos, tanto con la familia como con nuestros amigos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró recientemente que una nueva mutación del Coronavirus es una “variante de preocupación”. La variante, que recibió el nombre de Ómicron, fue reportada a la OMS por primera vez desde Sudáfrica, el 24 de noviembre del año que trascurre. El riesgo mundial presentado por la variante Ómicron es “muy alto”, de acuerdo con evidencia preliminar, y podría acarrear “consecuencias severas”, advirtió la OMS.
La pregunta es ¿qué podemos hacer?
Apoyarnos en el resto de familiares, que de una manera u otra están pasando la misma tristeza y ansiedad. Esto hará que nos sintamos más protegidos. Además, ellos sí entienden nuestra pena; recordemos que la familia es realmente la que nos fortalece.
No cerrarse en casa y en la tristeza, puesto que esto no hará más que agravar la situación y ponernos más vulnerables. Para muchos, será un reto, pues si existen niños chicos en la familia, ellos no tienen la culpa de suspender la cena del 24 y todo lo que se lleva a cabo, como los intercambios de regalos. Un ejercicio que ayuda en estos casos es imaginariamente preguntar a la persona que murió en este año, ¿qué debo de hacer? ¿Llevo a cabo la reunión familiar? Y te aseguro que obtendrás la respuesta.
No obligarse a celebrar si no apetece. Ser auténtico y coherente con nuestros recursos y necesidades o podemos hacer un pacto familiar: “ok iré a la reunión, pero estaré hasta donde me sienta cómodo, hasta el momento que sea posible y me retiro”. Ahí negociamos que a esa persona no se le forzará a quedarse más tiempo, se le respetará porque de antemano, estamos sabiendo su gran reto, del momento y emociones que experimentará.
Si la cuestión es por la lejanía y la prevención de no adquirir el virus en su nueva modalidad, esa familia no se arriesgará a trasladarse en cualquier trasporte público, entonces aquí lo podríamos solucionar con el gran apoyo que brinda actualmente la tecnología, que nos acerca y casi no hay límites para hacer reuniones y vernos todos en vivo.
Disfrutar las fiestas del pasado diciembre fue atípico y seguimos en tiempos de pandemia de Covid y más ahora con la amenaza de la nueva variante Ómicron, que ya se está desplazando por ciertos países, fue y seguirá siendo todo un reto personal, familiar y social.
Seguiremos adaptándonos a las circunstancias inciertas del día a día y continuaremos con las normas de prevención, que ya tanto se han informado: cubrebocas, lavarse las manos y evitar lugares muy concurridos.
Nuestra salud mental y emocional seguirá a prueba, vulnerable, pero somos más que un virus y que nuestro enfoque sean las enseñanzas de esta pandemia, recordemos que lo más valioso que tenemos es nuestra salud física y mental.
Una vez más nuestro agradecimiento a todo el personal de salud, enfermeros, camilleros, personal del aseo, médicos, trabajadores sociales, farmacéuticos, químicos y radiólogos.
Octavio Robledo León
Psicólogo clínico-tanatólogo
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