Octavio Robledo León
Ahora que iniciamos un año nuevo, cuando la mercadotecnia, la publicidad, las redes sociales, revistas, periódicos y demás nos bombardean con “los propósitos de Año Nuevo”, debemos de realmente pensar y seleccionar objetivos, que nos lleven a crecer como seres humanos y, sobre todo, pasar por esto, que se llama vida, siendo felices.
En el mundo existe de todo: algunas personas son felices con cualquier cosa y detalles que les acontecen; otras, a pesar de tenerlo todo: casa, salud, estabilidad económica, pareja, trabajo, no pueden llegar a ser felices por más que se lo propongan. Increíble, ¿verdad? ¿O eres así?
De acuerdo con estudios serios de psicología clínica, se ha llegado a que existen personas que nacen con una predisposición a la felicidad, la cual se desarrolla en el entorno de la niñez. Sin embargo, durante la vida, aprendemos a ser felices o infelices, depende de cómo somos educados al principio y después, con nuestra madurez emocional, solo nosotros elegimos ser felices o no. En este nivel de madurez no debemos de culpar a nadie de nuestra desdicha. Es increíble que adultos de más de 30 años todavía culpen a sus padres por su infelicidad.
Aprendemos a ser felices o infelices, no solo a partir de las experiencias que vivimos, sino de la forma en que los adultos, cuando somos pequeños, nos enseñan a vivirlas y a vivir cualquier tipo de problemas, por muy drásticos y dolorosos que sean.
Es la etapa de la niñez cuando se puede cimentar una sana personalidad o, en su caso, crear traumas o actitudes negativas hacia la vida.
Si nuestros padres o uno de ellos viven quejándose, obsesivos solo en el aspecto negativo de las situaciones, sintiéndose derrotados o agobiados ante los problemas y dificultades de la vida diaria, hablando únicamente de lo desagradable o lo imposible de la vida, es muy probable que nosotros aprendamos ese tipo de comportamiento de la misma manera y repitamos ese patrón conductual, tarde que temprano.
Por el contrario, ellos son personas positivas que siempre ven el lado bueno de todo lo que les sucede, resuelven los problemas con entusiasmo, confiando en obtener éxito, disfrutan la vida, ríen con frecuencia, son personas activas, ven la vida como un gran reto, aprenden de sus errores y lo hacen lecciones de vida, entonces si aprendimos de ellos, tomaremos la decisión de ser gente positiva, creativa, seguros de nuestros actos y seremos felices.
Nos podemos preguntar: ¿esto quiere decir que si actualmente somos infelices, así tenemos que seguir siendo siempre? La respuesta es no.
Quiere decir que así como aprendimos una actitud, podemos aprender otra diferente, que sustituya aquella que nos hace sufrir y nos lleve a disfrutar lo mucho o poco que tenemos, que seamos seres positivos, orgullosos y contentos de nosotros mismos.
Por ejemplo, el dolor emocional existe en nuestra vida, no lo podemos eliminar, ni siquiera lo podemos evitar, querramos o no; es parte de la vida y, en algún momento o en varios momentos de nuestra existencia, pasaremos por situaciones muy dolorosas, pero podemos enfrentarlo con una actitud adecuada y superarlo, o podemos vivirlo con una actitud inadecuada y aumentar el sufrimiento, por meses o años sin superarlo.
Es imposible mantener una felicidad como todo un estado permanente en nuestra vida. Estamos rodeados de eventos significativos que nos pueden llevar a la felicidad o a aprender de ellos, y lo estamos viendo actualmente con esta pandemia de Covid, que en un momento, todo nos cambió.
Ser feliz es un estado de bienestar general, basado en sentimientos de paz y armonía interna, autoestima y satisfacción personal, en el que los momentos positivos superan a los negativos, los logros predominan sobre los fracasos, en el que nuestra vida tiene un sentido y un significado. Actualmente se nos dificulta por la pandemia, pero aun así y ante todo, si tenemos claro nuestros motivos de vida, estos nos impulsarán a mantener una actitud positiva y disfrutar de lo que tengamos.
Ser felices, es un estado de ánimo producto de una actitud elegida por nosotros. Con mayor o menor consciencia, nosotros elegimos cómo queremos vivir nuestra vida y por eso podemos elegir, aprender a ser felices. Para ello necesitamos:
Aprender a valorar el mundo que nos rodea. Poner nuestra atención en los aspectos positivos y saborearlos.
Enfrentar los problemas y el sufrimiento con una actitud positiva, sabiendo que son pasajeros y que podemos aprender de ellos.
Vivir en el momento presente,
Conocernos a nosotros mismos para evitar conflictos internos,
Fortalecer nuestra autoestima.
Desarrollar un optimismo realista, es decir, basado en la convicción de que las situaciones que estamos viviendo siempre van a darnos un resultado positivo, si sabemos enfrentarlas adecuadamente y percibirlas objetivamente.
Después de esta lectura está el poder de tu elección. La vida es muy corta, muy breve, cosa que es una de las enseñanzas que nos deja la pandemia actual del coronavirus porque efectivamente, este momento difícil que estamos atravesando también nos ha traído muchas lecciones de vida y no debemos darnos el lujo de vivirla con una actitud negativa, pesimista o simplemente como muchos casos, “sobreviviendo”.
Octavio Robledo León
Psicólogo clínico-Tanatólogo
Consultorio: 669 982 5236
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