La tía Mercedes y la Tanatología

Antes de iniciar con mi artículo, quiero dar las gracias a Alejandra Pérez Barros, Bety Rivas y a Luis Ángel Gómez por invitarme a colaborar en esta prestigiosa revista virtual.

Trataré de compartir información de psicología actual y científica, pero sobre todo, de tanatología, ya que hoy, más que nunca, a esta especialidad se le ha dado la importancia debida.

Y sí, yo me dedico a la consulta tanatológica. Es necesario explicarles, en esta primera colaboración, cómo nace mi vocación por esta dolorosa, pero necesaria tarea, que es apoyar a una persona en duelo. Muchas veces me lo preguntan de dónde surgió mi interés por atender a las personas que sufren una pérdida; se los explicare brevemente:

al menos una vez al año visitábamos a unas tías de mi padre en Tepatitlán. Jaisco, a donde realmente me agradaba mucho ir. En aquel entonces era un pueblito muy típico, con mucho movimiento comercial, la actividad económica es todavía la ganadera y avícola, la gente es muy amable y todos se conocían; estoy hablando de hace mucho tiempo porque actualmente Tepatitlán tiene más de 130 mil habitantes.

En la casa de las tías Mercedes y María de Jesús siempre había visitas que llevaban regalos como gallinas, carne de res o de puerco y verduras, la gente llevaba guisados y tortillas recién hechas; era de llamar la atención, pues todos los días había personas que llevaban o mandaban. Ellas consumían una parte, otra la mandaban a gente pobre que vivía en las afueras del pueblo.

Las tías, que eran gemelas, eran muy famosas, muy carismáticas, muy saludables con sus ochenta y tantos años. Yo siempre le pregunté a mi papá por qué eran tan populares y había tanta gente agradecida con ellas, ¿qué hacían? Pero no me contestaba claramente y por mucho tiempo fue un misterio para mí. Sin embargo, me daba cuenta que Mercedes era más famosa o a quien buscaba más la gente y eso causaba más que creciera mi curiosidad. ¿Qué hacía la tía Mercedes para obtener tanta atención y agradecimiento de parte de los habitantes del pueblo?

Me fui dando cuenta que a la tía Mercedes frecuentemente la buscaban en la madrugada y a veces la gente iba llorando; ella siempre se cambiaba de ropa por colores oscuros, entre gris oscuro y negro; rápido salía con las personas que iban por ella y jamás se negó, ni por la hora ni por el día ni porque estuviera lloviendo. Ella se

apresuraba en silencio, agarraba un librito, su rosario, su chal y su velo negro para el pelo, que se usaba para entrar a la iglesia.

Mi papá, ya cansando con tanta pregunta que yo le hacía a cerca de la actividad de la tía Mercedes, me dijo: “esta tarde, después de comer, la tía Mercedes te va a explicar realmente lo que ella hace. Es tu oportunidad de hacerle todas las preguntas que quieras”, y por fin se llegó la cita y le pregunté: “¿por qué viene tanta gente? ¿Por qué te vas a media noche? ¿Por qué, por lo general, viene la gente corriendo y llorando?” Y ella me contesto: “yo me dedico al buen morir”… yo me quedé en blanco. Al ver que no entendí, me explicó: “cuando un familiar ya está muy enfermo, ya está desahuciado, vienen y me piden que vaya a acompañar al enfermito hasta que muere”, explicó; “¿pero y tú que haces?” Insistía yo; “yo lo tranquilizo, hablo con él, le pido que acepte su muerte y se despida de sus familiares; después de esto me pongo a su lado a rezar hasta que muere”, respondió.

También me explicó que ya cuando moría la persona, ella lo bañaba y lo vestía dignamente para su funeral. Su labor también consistía en avisar a la iglesia y programar la misa, el entierro y, finalmente, coordinar el novenario, como así era la tradición, y toda esa gente que venía a regalar pan, tortillas y aves, entre otras cosas, era gente agradecida porque ella atendió a su muertito.

Y le pregunté que qué hacia ella por la familia del difunto y me contestó: “yo solo los apoyo en la muerte y en los siguientes días en que trascurren los rosarios, hasta ahí termina mi labor”. Fue en ese momento que descubrí mi vocación, en ese instante me quedó claro a lo que yo quería dedicarme, a quienes apoyar, pues pensé qué hace la familia con tanto dolor y qué tienen que hacer ellos para incorporarse a la vida con la ausencia de su ser querido.

Comencé a investigar y mi madre me llevó con una psicóloga para que me hicieran pruebas vocacionales para conocer mis aptitudes y ya con los resultados, comencé a trazar mi camino profesional, en donde el primer paso era estudiar la carrera de psicología clínica y después especializarme en tanatología, así comenzó mi historia en esta especialidad, en la que he aprendido muchísimo de la vida y de la muerte.

Octavio Robledo L.

Psicólogo Clínico-Tanatólogo.

Teléfono de consultorio: 669 230 5911

Facebook: Tanatólogo Octavio Robledo

www.octaviorobledo.com.mx

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