Por Laura Graef
Según la mitología hindú, nido cultural donde nació el yoga, esta práctica fue descubierta (inventada) por el dios Shiva, quien la trasmitió a su esposa Uma Parvati y al dios pez Matsyendra. Este último es quien la enseñó a los humanos.
Cuenta la leyenda que después de una larga meditación de varios siglos, Shiva bajó del Monte Kailash, en la cordillera del Himalaya, y fue a buscar a su esposa, le contó que durante su abstracción había descubierto el yoga y le habló de sus bondades y poderes. Shiva y Uma Parvati se dedicaron a practicar esta disciplina a orillas de un lago, donde Matsyendra, un pez que por ser la primera encarnación del dios Visnú tenía el poder de escuchar, quedó tan entusiasmado con las palabras de Shiva que aprendió yoga y se iluminó.
Así, Shiva se convirtió en el primer maestro o gurú y Matsyendra, en el primer alumno, Chela.
En la práctica física del yoga, se recuerda a Matsyendra, con la postura del pez: matsyasana, y se tiene un respeto absoluto por el maestro, que en realidad es uno mismo.
¡El verdadero maestro está dentro de ti!