Comenzaremos a explicar un término que poco a poco lo vamos escuchando con más frecuencia: tanatología, que es una disciplina dentro de la psicología que se encarga de atender las pérdidas, que va sufriendo el ser humano dentro de su proceso de vida, y pueden ser la pérdida de: un ser querido, de salud, mutilación de una parte del cuerpo, cambio de ciudad, aborto, divorcio, privación de la libertad, integridad, entre otras. Actualmente, todos los estudiantes están de duelo, pues perdieron temporalmente su escuela, su maestro y sus compañeros de clase.
Varias personas asisten a mi consultorio con miedo, con dudas, con mucho dolor; evaluamos su historia personal y se dan cuenta del gran vacío existencial en el que se encuentran y, por primera vez, reconocen como están dejando pasar el tiempo y su vida misma. Simplemente han sobrevivido como seres funcionales, pero sin felicidad. Están viviendo para otros: hijos, nietos, pareja, padres, sociedad, trabajo, etcétera y no para ellos mismos. A esto se le llama pérdida de sí mismo y está catalogada como una de las pérdidas más dolorosas, incluso se le coloca dentro del dolor emocional solo después de la pérdida de un hijo por el dolor tan inmenso que produce.
Es lamentable que el ser humano, por lo general, se ocupe de tantas y tantas tareas diarias y se olvide diariamente de sí mismo. Creemos que nos tenemos que sacrificar para obtener el amor de otros o, al menos, el reconocimiento social o familiar, pero yo les pregunto, ¿quién va a amar a alguien que no se ama? ¿Quién va a valorar a alguien que no se valora? ¿Quién va a ser ejemplo de vida si no aprende de su propia experiencia? ¿Quién va a enamorarse de alguien que no se compromete consigo mismo?
Nadie va a hacer algo por tu vida más que tú mismo y, si sigues haciendo exactamente lo mismo que has hecho por años, no vas a ver o sentir nada nuevo; vas a seguir igual, con ese mismo sentimiento, con ese mismo estilo de vida. Debes de crear nuevos hábitos para que posiciones en primer lugar a tu persona, tu ser.
Haz un pequeño ejercicio: escribe en una hoja las personas en que distribuyes tu amor: pareja, hijos, mamá, papá, hermanos, amigos y luego ubica en qué lugar te colocas para saber si estas por debajo de quién o quiénes: ¿qué lugar ocupas? Hay personas que ocupan el lugar séptimo en la lista después de varios familiares, pero el primer lugar es el correcto para tu persona; no puedes dar amor si no te lo das tú primero.
Comienza a darte tiempo, pero no tiempo para ejecutar tareas de mamá o papá, de pareja, de hija o hijo; que sea tiempo para ti, la persona.
Tú también tienes necesidades sociales y personales. Reacomoda tus horarios y date un tiempo para ti, para tu persona, como un masaje, una plática con aquella amistad que tanto disfrutas, tiempo de soledad para descansar o reflexionar.
Recuerda, comienza con tu persona para que puedas brindar amor y apoyo a los que te rodean.
Octavio Robledo León
Psicólogo clínico y tanatólogo
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