La Perfecta, una casa moderna con vibra histórica, en el corazón del Centro Histórico de Mazatlán

El arquitecto César López Negrete habla sobre el proyecto de restauración de una residencia, que conserva el espíritu centenario del Centro Histórico con las ventajas contemporáneas.

De acuerdo con la opinión del reconocido arquitecto y artista mexicano, César López Negrete, en la República no hay otro Centro Histórico junto al mar como el de Mazatlán, pues no existen grandes asentamientos humanos o vestigios de la época de la Colonia, por lo que el único que se conoce tan cerca de la playa es este.
“Otros que hay son las misiones en Baja California, algunos edificios de faros, pero no hay como tal un Centro Histórico y yo creo que el de Mazatlán debe tener, por ahí, como 60 manzanas, construido principalmente en el Siglo 19, pero eso no lo ves desde Tijuana hasta Chiapas; no existe”, destaca.
“Y del lado del Atlántico, eso existe en Veracruz y en Campeche, porque en toda la Península, fuera de Campeche, no hay una ciudad del Siglo 17, 18 o 19. En el mar están Chetumal, Cancún; todo eso es nuevo. Estuvo Tulum, pero no dio a una ciudad colonial”.
Ante esto, el arquitecto comenta que para alguien que no es originario de Mazatlán, como él, quien es avecindado, le resalta que se está en un sitio único con un Centro Histórico, que aún tiene potencial de ser más bello, por lo que reconoce los esfuerzos notables de inversión en ese lugar, pero aún le falta por cuestiones arquitectónicas.
“Yo creo que la mitad de las edificaciones o una alta proporción está abandonada, mal mantenida, hay muchos edificios demolidos que han sido sustituidos por una arquitectura sin ton ni son, que no puedo decir contemporánea o moderna, simplemente una arquitectura muy descuidada”, señala.
“Entonces hay también una amenaza de que los edificios no se restauren o se continúen haciendo intervenciones que tengan otro carácter, que no respeten el contexto; no quiero decir bellísimo porque tiene un potencial de serlo, que es más de lo que tienen 39.5 de las ciudades”.
Todo este atractivo que Mazatlán posee y las posibilidades que ofrece, ejercieron un fuerte magnetismo sobre él que lo llevaron a buscar un lugar para fincar un segundo hogar en Mazatlán, la tierra de su esposa, Carolina Coppel Urrea.

El hallazgo de La Perfecta
Después de años de buscar propiedades, aparece una en oferta que su esposa le sugiere ver y la encuentran perfecta en su potencial, pues tenía la ventaja que, aun con sus modificaciones que ya presentaba, hechos por varios propietarios que había tenido en los últimos 20 años, algunos extranjeros, no le hicieron cambios que alteraran la casa de manera irreversible.
“Afortunadamente, cuando entramos, pudimos ver el potencial que tenía porque las paredes de ladrillo seguían siendo de 60 centímetros de ancho, seguía teniendo su envigado de madera de amapa; toda la estructura de madera de amapa: las columnas, las vigas del pórtico, las exteriores. Tenía algunas puertas originales de madera de cedro y bueno, también tenía algunas construcciones hechas recientemente”, recuerda.
“Desde el momento que entramos a la casa, ya no tuvimos la duda que esa era la casa en la que nosotros queríamos tener un hogar en Mazatlán. Carolina viene de una familia de generaciones de Mazatlán. Siempre, desde que nos conocimos hace 12 años, hablaba de la ilusión, la intención y el propósito de tener una casa en Mazatlán, que hiciéramos un hogar en Mazatlán”.
Con el conocimiento que le ha dado la amplia experiencia en su profesión, el arquitecto avizoró las posibilidades que la propiedad ofrecía y la llamaron La Perfecta, después de haber visto tantas.
“Yo creo que eso está muy ligado a que después de haber visto varios edificios en el Centro, nos dimos cuenta que las casas seguían siendo propuestas como en una vida del Siglo 19 o primera mitad del Siglo 20, con sillones mullidos, terciopelo, cortinajes pesados, colores oscuros, todos los espacios con aire acondicionado, ventanas cerradas a la calle”, menciona.
Con esta perspectiva, se decidieron los toques originales a conservar y los que se modificarían de acuerdo con su vida familiar, pues el matrimonio tiene cuatro hijos y la casa es de 330 metros cuadros, grande, pero no enorme, por lo que debía estar adaptada para sus hijos adolescentes con sus amigos, adultos, para hacer reuniones o pasar un día completo en ella.
“Yo eché mano de mi experiencia como arquitecto. Trabajé en restauración de casas en la ciudad de Mérida durante unos años, colaboré con el arquitecto Salvador Reyes Ríos, que a mi gusto es quien ha creado el nuevo concepto de la casa meridana”, reconoce.
“Mérida es un ejemplo, un trocito en México y el mundo de cómo se han restaurado casas históricas, haciendas a veces, con una sensibilidad de restauración, pero al mismo tiempo con una sensibilidad de la vida contemporánea”.
Con esa experiencia en Mérida, algunas de las remodelaciones en la casa tienen materiales como el chukum, que es partir de la resina de un árbol yucateco, con el que esta recubierto la piscina, el cual ayuda a la salud del agua y da un acabado con un color único, mismo material utilizado en los baños.

Una valiosa colaboración
Isaac Coopel, su suegro, le presentó un gran amigo de su infancia, el arquitecto Armando Galván, de quien valora su aportación en el trabajo de restaurar la casa.
“El arquitecto fue una de las joyas o tesoros, de las cosas más preciosas en este proyecto. Tuve la oportunidad de trabajar con él. Ya estábamos casi terminando la obra cuando falleció y para mí fue un privilegio, siempre lo digo y me gusta que se mencione, tenerlo como constructor, de trabajar la casa”, comparte emocionado.
“Yo llegaba a visitarlo y él se sentaba al rayo del sol. Con ese humor y ese talento que tenía, él guio a un equipo con el que hicimos una obra que yo me daba cuenta las presiones, pero cuando terminamos, la respuesta fue muy buena y creo que eso se debe a que el enfoque en el trabajo fue rescatar lo más posible la casa original”.
Aclara que para lograrlo se tuvieron que retirar los añadidos, entre los que había varias capas de pintura, pisos sobre pisos, cambios de nivel, lo que implicó una gran labor, pero se iban encontrando materiales muy nobles debajo de esos agregados durante tantos años, como la madera de amapa en los envigados de más de 160 años.

Historia y modernidad
Entre lo nuevo de La Perfecta, agrega que se colocaron tabiques claros sobre arena, que quedaron muy bien con el concepto arquitectónico, el cual ha llevado a la casa a ser mostrada bastante, con mucha demanda como estancia de vacaciones a través de ABNB y origina comentarios de que tiene “vibras de playa, pero vibras históricas”, por parte de quienes la ven ahora remodelada o han sido sus huéspedes.
“Eso es el mejor cumplido que nos pueden haber hecho porque estás dentro y te sientes como en un lugar que ya ha pasado el tiempo, pero en una casa en la que vivimos descalzos, en traje de baño, tenemos ventiladores o abanicos, que yo creo que hay nueve meses del año que no ocupas aire acondicionado”, detalla.
“Con todas las ventanas, abres y tienes ventilación cruzada, abres la ventana de la cocina y ves lo que está pasando en la calle. Es una vida muy deliciosa, siento que tiene mucho el sabor histórico de Mazatlán y eso es el enorme tesoro, por lo que invito a conocerla, a reconocer en eso algo más: una clave para la restauración de otras casas”.

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