Si constantemente intentas explicarte y comprender los sentimientos terminarás por obstruirlos. Cuántas veces no nos encontramos en momentos y lugares maravillosos, pero cometemos el masoquismo de que nuestros pensamientos inunden en ese momento nuestra mente y no nos permitan dejar sentir, disfrutar, contemplar y percibir las sensaciones del momento, lugar y compañía.
Existen, incluso, personas que cuando se dan gusto en algo se sienten tan culpables que luego sufren un rato para compensar y pagar el pecado. Entran en crisis por sentirse bien.
En ocasiones se nos pasa la vida racionalizando pensando todo por qué es y de qué manera, en lugar de deja permitirnos sentir simplemente la vida
¿Hace cuánto que no eres espontáneo y verdaderamente expresivo? La contención generalizada empequeñecerá tu vida, le quitará la posibilidad de descubrir y descubrirte; deja que fluyan tu corazón, tu mente y tu creatividad.
Muchas veces vivimos reprimidos, hipercontrolados, autocríticos, perfeccionistas y esto se vuelve realmente un problema, ya que perdemos la pasión por vivir,
Vivir en la repetición de conductas hasta el hartazgo es el secreto de la infelicidad.
Si sientes que te has perdido en la rutina y la rigidez, la buena noticia es que tu esencia no muere, duerme, pero no desaparece, solo toca despertarla, remover el cuerpo y el alma para que aflore y vuelva a hacer de las suyas.
Podemos comenzar por reconocer nuestros pensamientos, que constantemente nos bloquean disfrutar y sentir. Hay que neutralizarlos con pensamientos positivos o simplemente dejar de atenderlos por un momento para sentir y disfrutar.
Al final, la vida y los años pasan rápidamente y vale la pena sentir, disfrutar, reconocer emociones y sensaciones diferentes, no la rutina de siempre. Salgamos de nuestra zona de confort para realmente vivir la vida.
Fernanda Rodríguez
Psicóloga
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